Haciendo Eco

Este artículo no es mío. Es una recopilación de una serie de ideas sobre populismo expuestas por Umberto Eco en su libro “A paso de Cangrejo. Artículos, reflexiones y decepciones”. Yo diría que Eco era un verdadero “aguafiestas” y, supongo que como muchos, me identifico con su visión del mundo, sobre todo en estas épocas de “optimismo decretado”, superficialidades y ruido en las redes sociales. De manera que leer a Eco es un remanso de crítica y realidad. Además creo que para ser un verdadero “aguafiestas” hay que tener el valor de contemplar y describir fenómenos sociales con bastante sangre y cabeza fría, lo cual ya es una enorme virtud en este mundo de opiniones ligeras. En el fondo sabes que, en medio de la alegría y el desenfreno de opiniones, visiones y repeticiones, eres capaz de ver lo que realmente hay detrás sin salirte de la fiesta, incluso, permanecer en ella.

Aquí mi elección:

“…el populismo es una forma de régimen que pretende pasar por encima de la mediación parlamentaria y tiende, por tanto, a establecer una relación plebiscitaria inmediata entre el líder carismático y las masas. Ha habido casos de populismo revolucionario, en los que a través de la apelación al pueblo se proponían reformas sociales, y casos de populismo reaccionario”.

“El reaccionario es aquel que considera que existe una sabiduría antigua, un modelo tradicional de orden social y moral al que hay que regresar a toda costa, oponiéndose a todas las llamadas conquistas del progreso, de las ideas liberal-demócratas a la tecnología y a la ciencia moderna. Por consiguiente, el reaccionario no es un conservador, en todo caso, es un ‘revolucionario hacia atrás´”

“El victimismo es típico de todos los populismos. Toda exaltación nacionalista y populista presupone el cultivo de un estado de continua frustración. La posibilidad de quejarse diariamente del complot permite aparecer todos los días en los medios para denunciar al adversario. Se trata también de una técnica antiquísima, conocida por los niños: le das un empujón a tu compañero del banco de delante, él te tira una bolita de papel y tú te quejas al maestro”.

“Otro elemento de esta estrategia es que para crear provocaciones en cadena, no has de hablar solo tú, sino que debes dejar entera libertad a tus colaboradores más insensatos. No hace falta pasarles consignas; si los has elegido bien, actuarán por su cuenta, entre otras cosas para imitar al jefe, y cuanto más insensatas sean las provocaciones, mejor”.

“No importa que la provocación vaya más allá de los creíble. La técnica consiste en lanzar la provocación, desmentirla al día siguiente (´Me habéis interpretado mal´) y lanzar otra de inmediato, de manera que vayan contra esta la nueva reacción de la oposición y el renovado interés de la opinión pública…”

También habla Eco de la técnica del vendedor.

“El vendedor no se preocupa de que su discurso le parezca globalmente coherente el cliente; le preocupa que, de entre todas las cosas que dice, a usted de repente le puede interesar alguna, sabe que reaccionará al único estímulo al que puede ser sensible y que, una vez que se haya fijado en él, habrá olvidado otros. Por tanto, el vendedor recurre a todos los argumentos, en cadena y ensartados, sin preocuparse de las contradicciones en que pueda incurrir. Ha de hablar mucho, de forma insistente, para impedir que le plantee objeciones.

Y, en particular, de la estrategia de venta de Berlusconi

“…tiene que hacer promesas que, aunque para sus seguidores sean buenas, malas o neutras, aparezcan a los ojos de los críticos como una provocación. Y tiene que hacer una provocación todos los días, y mucho mejor si es concebible o inaceptable. Esto le permite ocupar las primeras páginas de los periódicos, encabezar los informativos y estar siempre en el centro de la atención.”.

“En segundo lugar, la provocación ha de ser tal que la oposición no pueda aceptarla y se vea obligada a reaccionar con energía. Conseguir provocar todos los días una reacción indignada de la oposición (e incluso de los medios que no pertenecen a la oposición pero que no pueden silenciar propuestas que entrañan tergiversaciones constitucionales)… mostrar a su electorado que es víctima de una persecución (´Véis, diga lo que diga, me atacan´)”.

“Apelar al pueblo significa construir una ficción: teniendo en cuenta que el pueblo como tal no existe, el populista es aquel que se crea una imagen virtual de la voluntad popular. Mussolini lo hacía reuniendo a cien o doscientas mil personas en la Piazza Venezia que lo aclamaban y que, en su condición de actores, desempeñaban el papel de pueblo. Otros pueden crear la imagen del consenso popular jugando con los sondeos, o simplemente evocando el fantasma de un ´pueblo´. De este modo, el populista identifica a sus proyectos con la voluntad del pueblo y luego, si tiene éxito (y muchas veces tiene éxito), transforma en ese pueblo que ha inventado a una buena parte de los ciudadanos, fascinados por una imagen virtual con la que acaban identificándose”.

“Estos son los riesgos del populismo, que hemos reconocido y temido cuando se manifestaba en otros países pero curiosamente no reconocemos bien cuando comienza a imponerse en nuestra casa. Tal vez ciertos riesgos los perciben antes los extranjeros que los pueblos (o los ciudadanos, no el pueblo) interesados.”

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Vía de escape. María Fernanda Matus Martínez
Vía de escape. María Fernanda Matus Martínez

Written by Vía de escape. María Fernanda Matus Martínez

Soy una comunicadora experimentada, que disfruta y aprende durante el viaje. He sido periodista, estratega de comunicación para empresas públicas y privadas.

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